Si me preguntan qué es Collique, puede que no lo exprese tan bien como Iera, o lo sienta tanto como Itxaso, o lo cuide tanto como Izar. Creo que de una manera o de otra, Collique saca lo mejor de nosotros, que es ese punto de inflexión en la ecuación que te hace darte cuenta de varias cosas que, de cierta forma, te ayudan a resolver la incógnita del problema.
“Izar Larrea, Itxaso González, Janire Alldekoa e Iera Díaz. Collique, Perú”. Ésas fueron las palabras firmes salidas de la boca de la coordinadora del programa de Juventud Vasca Cooperante. Las palabras que nos adjudicaban el destino de nuestro voluntariado. Las palabras que abrían el primer capítulo de nuestro verano. Verano, porque eso era lo que dejábamos atrás, en nuestro hogar. Pero elegimos la aventura y nos embarcamos en un viaje hacia el hemisferio Sur, hacia el invierno, hacia el conocimiento, el crecimiento personal y una experiencia nunca antes vivida por nosotras.
En un abrir y cerrar de ojos, ya nos encontramos en la recta final de nuestra experiencia en Collique. Estos dos meses han dado para mucho y aun lo que nos queda. Hemos tenido momentos buenos y malos, donde no ha sido fácil digerir nuestras emociones y hacer una reflexión constructiva. Pero como ya comentó Paula en su anterior blog, son las cosas pequeñas las que más nos enseñan y estamos aprendiendo mucho.
Ya ha pasado un mes y medio desde que aterrizamos en Collique. Durante este tiempo hemos tenido la oportunidad de conocer la realidad que se vive en este pueblo, aunque aún nos queda mucho por descubrir.
Soy Leticia Ugalde, residente en Andoain, un pueblo cerca de San Sebastián, País Vasco. Junto con Ainhoa (anterior post) y otros dos compañeros, conformo el grupo de cooperantes vascos 2018. Soy comunicadora con especialización en Medios de Comunicación, y tengo un máster en Comunicación Multimedia.